viernes, 9 de mayo de 2008

¿Qué pasa en Italia?


Esta foto me ha impactado mucho. En ella aparecen seguidores del posfascista Gianni Alemano celebrando su victoria en las elecciones para la alcaldía de Roma el pasado 28 de abril. Entre ellos, muchos mantienen el brazo levantado con una inclinación que no admite equívocos: saludos de los partidos fascistas de los años veinte-treinta del siglo pasado a imitación del de las falanges romanas.

Pero, ¿qué es lo que pasa en Italia? En estas pasadas elecciones, una mayoría de los italianos ha creído que Berlusconi defendería mejor sus intereses. A las dificultades económicas, la ineficiencia de la Administración Pública, y a una creciente (que no por ello cierta, según las estadísticas) sensación de inseguridad, Il Cavaliere opta por aplicar políticas consistentes en reducir el Estado, y en aumentar la seguridad.

A mi parecer, este tipo de políticas no conllevarán a una mejora de la situación en el país. Más que el aumento de recursos para reforzar las medidas de seguridad y el incremento de sanciones por el incumplimiento de las normas establecidas, la única política asumible desde la izquierda es retomar la confianza e identificación de los ciudadanos con los postulados éticos de solidaridad con el más débil, cosa que nunca podrá arrebatárselo la derecha. También hace falta una autocrítica entre la izquierda de por qué no ha sabido vehicular las preocupaciones y aspiraciones de las clases medias italianas. Falta también una revisión a fondo de los fallos en la ineficacia de la Administración, problema que parece crónico en ese país.

Sobre el reforzamiento de la solidaridad y la confianza entre los ciudadanos, no todo está perdido : Robert Putnam constata que en algunas regiones de Italia, como por ejemplo Emilia-Romaña, los ciudadanos valoran la solidaridad, la participación cívica, la cooperación y la honestidad. Y en estas regiones, el gobierno y la administración funcionan. En cambio, en otras regiones, como por ejemplo Calabria, las reglas están para saltárselas y la corrupción campa por doquier. En estas zonas, los ciudadanos se sienten más impotentes y el gobierno y la administración son un caos.

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